De camino al encuentro de madres e hijas en Gasteiz tuve una idea que me inquietó. A mí me encanta pensar y repensar y a veces tengo la suerte de dejar de ser tan cabezota y conseguir pensar desde otra perspectiva. Caí entonces en que hay una tendencia a hablar de la mujer luchadora. Desde el feminismo, del que soy parte activa y creativa, ensalzamos y potenciamos esa capacidad de lucha que todas llevamos por dentro y por fuera. Durante mucho tiempo la hemos nutrido sin embargo el resultado acostumbra a ser la de una mujer cansada, harta y dolorida de vivirse en la lucha continua. Yo me defino como una mujer fuerte y con una capacidad insaciable de lucha (la mía es más creativa que otra cosa) pero sé que por el camino me dejo partes de mí fundamentales como la del objetivo de mi cruzada. Así que en el autobús de hora y media por bucólicos pueblos norteños pensé:
¿Qué hay de la mujer gozadora?
El enfoque hace girar la vista y centrar el foco de atención en cómo quiero vivir y vivirme. Confieso que la lucha me gusta un rato sin embargo me hace trizas el cuerpo, el sentido y la razón. La lucha no me sirve para vivir, sí para abrir espacios de vida llenos de sabor y posibilizadaes pero desde ella no puedo crear de manera fértil. En realidad yo quiero gozar y gozarme. Mi punto de llegada es éste y también deseo que sea mi punto de partida. La lucha la prefiero como un medio pero, en absoluto, como un fin. Así que desde ahora hablaré de mujeres gozadoras, abriendo con la palabra, este espacio mental que nos permita tener presente aquello que nos conmueve y mueve: el gozo. El gozo se nos ha prohíbido y nos lo han tintado de pajaritos de colores al estilo Blancanieves. El gozo es el cuerpo derramándose de placer y de compromiso con una y con lxs demás. Cuando gozo me siento plena en mi cuerpo y desde aquí me proyecto de manera activa y creativa desde puntos que nadie espera. Los complejos se hacen diminutos y mis superpoderes se extienden. La lucha desde el gozo cambia, destruye y crea desde otro punto ya que parte de un cuerpo que palpita con múltiples sabores e intensidades.
Yo abandono mi etiqueta de mujer luchadora por la de mujer gozadora. Me encanta la sensación y deseo profundizar más en ella. Os inivto a hacer el cambio si lo sentís. A mí la intuición (la voz del cuerpo) me lo pide y como bien sabéis ¡nunca se lo voy a negar! Gozar
Día 12: camino a la fase ovulatoria
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