No os voy a engañar. Estoy a ná y menos de que me baje la regla y estoy pajareando (procastineando) por la web como una descosida. Llevo una hora para escribir en el blog y por fin parece que comienzo a teclear con cierto sentido. Si bien el sentido ahora es lo más difuso y abstracto que tengo en la punta de los dedos.
Tengo unos cuantos post-it sobre la mesa del estudio, con garabatos, que guardan temas que quiero compartir con vosotras en el blog. Como alguna vez ya os he comentado al final, en el último minuto, acabo escribiendo algo que no estaba en los planes. Hoy no será la excepción.
Os cuento:
Estaba yo fregando los cacharros y cantando a un volumen de vecina soprano (quién ha dicho que el carácter premenstrual es siempre gris almeja?) cuando en de repente (me gusta escribir así, malamente) me he puesto a pensar sobre la canción que estaba cantando. Resulta que estaba yo interpretando, esponja y sartén en mano, la canción There are worse things I could do ¡¿Qué no saben cuál es?! Sí que lo saben señoras mías. Es la canción que canta Stockard Channing en el papel de Rizzo en Grease, carpeta en mano cuando cree que puede estar embarazada. Sí, Rizzo la malota de la peli. La recuerdan ahora ¿Verdad? Si no aquí va el video subtitulado en espanis:
Pues bien, estaba yo cantando alegremente, pensando en que de todos los personajes molones de la película siempre me sentí identificada con Rizzo. No era la más guapa, ni la más simpática, ni la más lista. Sandy parecía encarnar todo lo que una querría ser (salvo lo de niñita aburrida) pero Rizzo era la antítesis de ésta y ofrecía una actitud femenina muy diferente a la de las otras Pink Ladies. Era irreverente, sexualmente activa, decidida, irónica, decía palabrotas (en breve escribiré sobre las chicas que decimos palabrotas), los chicos la temían, llevaba el pelo corto y no llevaba esas faldas de mil vuelos que debían ser hartamente incómodas (aunque bonitas, la verdad que sí). Así que Rizzo me robó el corazón. No por parecernos físicamente, ya que yo siempre he tenido carita de ángel a lo Peggy Sue, pero sí por ofrecerme otro modelo de feminidad y mostrarme que lo que yo sentía no era extraño, ni ajeno. Bien, con esto no quiero decir que Rizzo fuese mi guía espiritual, porque estaría mintiendo como una bellaca, pero sí que he de reconocer que en su personaje pude intuir aspectos que más tarde fui descubriendo en mí y en otras mujeres a las que admiro.
Y es que es fundamental que revisemos nuestros propios conceptos de feminidad. Este punto lo trato siempre en los talleres y lo creo de suma importancia. Los modelos que el sistema nos ofrece casi nunca se acercan a lo que realmente nosotras somos, eso ya lo sabemos, pero lo que no sabemos es que esos conceptos son los que nos enredan la cabeza haciéndonos creer que ser mujer es tal o cual cosa. La base aquí, la importante, es preguntarse a una misma:
¿Qué es, para mí, ser mujer?
Ponerse a pensar (como dice Lolita Bosch, pensar se hace con un papel y un boli) y garabatear esas ideas, atraparlas para valorar si aquello que escribo es lo que realmente pienso, siento, respiro, palpito desde mi cuerpo. Si no se corresponde y además me hace sentir infravalorada, he de sacudir mi cabeza y sacar el polvo. Es fundamental, para la salud física, mental y emocional de cualquier persona saber quién es y desde dónde se define. Así que si no habéis hecho esto antes, no hay excusa que valga. Comprobaréis que según pasen las fases menstruales vuestra definición de mujer irá variando pues NO HAY UNA ÚNICA INMUTABLE ni siquiera en nuestro cuerpo. Hoy yo recuerdo a Rizzo porque me siento así, mi cuerpo premenstrual se acerca a esa irreverencia. En cambio cuando tengo la regla me encanta Zooey Deschanel que, a Rizzo os aseguro no se parece ni en el blanco de los ojos.
Y vosotras
¿Qué decís? ¿Quiénes sois? ¿Cuántas? ¿Las tenéis localizadas?
Zooey Deschanel