«Dios tiene que estar en las sábanas» dice una tremenda mujer mexicana. Y una lágrima corre, bien despacio, por mi pómulo.
Hoy es mi primer día de menstruación. Estoy en el piso de arriba, en la cama. Acabo de terminar de ver el trailer de 20 minutos de la película Las muertes chiquitas de Mireia Sallarès hecha en México. No les diré ni una palabra de este video porque es necesario que lo vean. Como dicen allá está padrísimo aunque prefiero cambiar y decir que está madrísimo, porque estas mujeres-madres-amantes-guerreras me ha conmovido hasta el tuétano.
Con este video tomo conciencia de lo dentro que México late en mí. Allá donde se libra una guerra callada a los medios internacionales, allá donde la batalla se sirve en ausencias gélidas, hay mujeres rotundas preñadas de oro y hiel. (No dejen de checar la web de Nuestra Aparente Rendición)
Sé que son muchas las mexicanas que me leen y que casi cada día me escriben desde esa tierra que sangra. Para todas ustedes un apapacho bien fuerte que cruce mares y lágrimas y nos preñe, bien, de fuerza y carcajadas.
Dedicado con todo mi amor a Lolita Bosch y Nuria Clavé,
ustedes me trajeron México y lo dejaron brotar
dentro de mi cama.