¿Estás segura de tu heterosexualidad?

Escribo de tarde porque estoy agotada. Apenas puedo mantener los ojos abiertos. Incubo un cansancio que traspasa fronteras. El viernes tuve fiebre. El fin de semana la temperatura de mi cuerpo se estabilizó pero mi calentura mental alcanzaba los 100ºC. La cosa es que hoy no iba a escribir nada. Esta mañana he respondido a una parte de todos los emails amorosos, cañeros y creativos que ayer tuvisteis la cortesía de enviarme (muchas gracias por responder a la llamada). Después de comer me he tumbado en el sofá con la firme idea de dormir. No he podido pues la Revista Quimera de este mes (especial México) va cargada de contenido hiperarchimega interesante así que nada, me he mantenido despierta. He hecho una breve pausa entre artículo y artículo para atender a mi subidón hormonal y masturbarme (no soy la única que se ama así misma en plena siesta potencial) y he continuado leyendo. Me he acordado de que mi amada Alicia Murillo había escrito en su blog algo que me apetecía leer y me he puesto con ello. Tras leerla, le he escrito por WhatsApp. Me han agarrado unas enormes ganas de escribir y he venido al estudio a escribir. Así que aquí me tenéis, dándole a la tecla, después del periplo siestero.

Siempre que leo a Alicia algo me pasa. Me ocurre desde el primer email que leí de ella. Hay algo ahí, viviendo entre su pecho y sus pestañas, que me mece y calma. Ella sabe que la quiero. No un te quiero hippy de ésos que se dice en un arrechucho de conexión con la pachamama y que luego si me necesitas, no me acuerdo. Yo la quiero a rabiar sin idealismos ni promesas. Así, en plan campestre. Hoy pensaba en ella porque estoy a 3 días de irme a pasar 4 días a su casa (ella vendrá al taller de Sevilla y será mi anfitriona) y lejos de estar nerviosa, estoy tranquila como cuando voy a casa de mis padres. Nuestra relación es auténtica. Si debiera de resumirla diría que es una relación entre dos mujeres que se saben complejas, que se admiran y se cuestionan en infinito bucle. Ella ha influido sobre mí de un modo que ni imaginaba. Sin ir a ninguno de sus talleres (a los que seguro iré) ella logró despertar mi oscuridad, ésa que aunque amase en la teoría, tenía anestesiada en la práctica. Este verano ella me cuidó y me protegió, le habló con mimo y firmeza a mi mujer-guerrera y la sacó a jugar sin vergüenza, culpa o miramientos. A ambas nos la suelen colar las mismas y por los mismos sitios, así que hacemos frente común. Nos lamemos las heridas y nos protegemos mutuamente. Creo que esta sensación de «sal y muerde que yo te cubro» fue la que me hizo confiar totalmente en ella. A Alex (mi compañero) le digo que Alicia, para mí, es su versión en mujer. Él se siente orgulloso de la comparación porque la admira muchísimo y se llevan de coña. Reconozco que desde que la conozco me siento más yo que nunca. ¡Es curioso cómo alguien que aparece así en tu vida puede llegar a cambiarte tanto! Cómo puede, su presencia, llegar a sacar lo mejor de ti de un modo tan sutil.

Pues sí andaba pensando yo en ella y en uno de los tantos temas que hemos hablado en este tiempo: las relaciones de amor y las relaciones sexuales entre mujeres «heterosexuales». Alicia trajo a mi mundo la reflexión personal e íntima en torno a un tema que me planteo desde niña. En el artículo inédito para el libro que versa sobre nuestra sexualidad adormecida y cómo despertarla, está la huella que Alicia marcó este verano sobre mí. Alicia junto con Leire Martínez (otra gran mujer y amiga a la que quiero a rabiar) me han ayudado a comprenderme de un modo suave y a la vez complejo. Yo siempre me pongo en cuestión, no considero sano tomarme por definida ni definitiva, con lo que mi sexualidad tampoco puede ser una, única e inalterable. Este verano entregaba la última parte del trabajo de investigación del Máster de Estudios de la Libertad Femenina de Duoda que finalmente realicé sobre las relaciones íntimas entre mujeres y la coporalidad del amor (la primera parte es sobre el negativo en las relaciones entre mujeres) basándome en lo vivido y aprendido con diversas mujeres, entre ellas Alicia, y la serie Girls. Una de las claves en las que no pude profundizar tanto como quise fue en aquello que un día dijo Alicia entorno a que en una sociedad heteronormativa, las mujeres (hombres) aprendemos a focalizar y manifestar nuestro deseo hacia los hombres (mujeres) con lo que a la hora de actuar lo expresamos tal y como hemos aprendido culturalmente.. Es decir que nuestro deseo está manipulado por la cultura como tantas veces Leire me había dicho en esas tardes de terrazas y cañas. Esta idea germinó en mí porque era el momento adecuado, ya que la pobre Leire llevaba meses diciéndome lo mismo en idiomas diferentes (esto pasa, te lo dice la vecina y te lo crees aunque tu madre lleve siglos diciéndotelo). Aceptar esto supuso y supone que pueda entender porque mis fantasías sexuales más recurrentes son con mujeres y porqué a la hora de actuar me siento completamente paralizada y acabo relacionándome con hombres. Antes pensaba que se debía a que una cosa era la fantasía y otra la realidad, pero ahora sé que se trata de falta de modelos de aprendizaje. Yo he aprendido a vestir mi deseo con bigote y calzoncillos pese a que, en estado puro, acostumbre a llevar bragas y labios pintados de rojo. Esta clave me ha hecho establecer acuerdos y pactos con mi compañero, amante y amigo. Yo le deseo a él y sabe que deseo a otras personas (en especial cuando ovulo). Sabe que necesito un espacio de revisión porque me conoce y comprende que puede que algún día quiera re-focalizar mi deseo y aprender. Aunque por el momento seamos una pareja heterosexual elegida (no normativa, porque no hay obligación cultural ni social alguna. Lo hemos revisado y elegido conscientemente) no hay un cierre a las identidades sexuales de cada unx de los miembrxs. Sí, me gustan los hombres. Sí, me gustan las mujeres. Con los primeros sé cómo comportarme en una relación porque es lo que he aprendido. Depende del momento de mi ciclo me gustan más los unos que las otras y viceversa. Nunca he tenido una relación sexual con una mujer, todas han sido con hombres. Me consta que mi práctica heterosexual se ha versado en la cuestión cultural aprehendida, más que en la lengua materna de mi cuerpo. Otro dato importante sobre mi vida y práctica sexual en relación a la lengua materna del cuerpo y el lenguaje aprehendido a través de la cultura es que casi todos mis amantes han tenido un aspecto ambiguo importante. Siempre me han gustado los hombres que tienen un punto femenino muy marcado. Mientras que mi deseo hacia las mujeres se enfoca a aquellas que tienen atributos de carácter (más que físicos) marcados como masculinos (No comparto esa regla de masculino-femenino pero sé que así me hago entender). Sí, hay pistas suficientes como para juntar ánimos, desechar vergüenzas y ponerse a valorar.

Escribo todo esto porque sé que no soy la primera mujer de práctica heterosexual que se cuestiona. De hecho no debería ser la primera ni la última, pues es primordial revisar nuestra sexualidad. Lo mismo que somos críticas con la educación, la nutrición, la religión o la política es primordial que mantengamos una
actitud crítica y abierta en torno a nuestras apetencias sexuales
. Sé lo que supone abrir esta Caja de Pandora, por comodidad solemos mantenerla cerrada. Abrirla o no es elección personal pero cuanto menos una ha de saber que está ahí y que si está cerrada y si se considera como tal, es porque somos hijas de una madre (claro!) pero también de una cultura específica.

Pues bien, aquí termino parte de este hilo de madeja que en su día Alicia me lanzó. Es un hilo que sigue tejiendo en mí y que seguirá generando nuevo conocimiento, revisando el anterior y abriendo espacios. Espacios de vacío y de silencio, los cuales son tremendamente necesarios para poder ser como una es. Nunca nos conoceremos del todo pero al menos no tememos encontrarnos con nuestro esqueleto, pues hasta su tuétano nos alimenta.

Yo sigo hablando con Alicia por WhatsApp. ¡¿He dicho ya cuánto la quiero?!

 

Día 12: Camino de la fase ovulatoria

Pic  La gran Alicia vista por los ojos de Juanka Bron

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