A los buenos, casi, mediodías.
¿Cómo se está portando el lunes? Yo, confieso, acabo de levantarme, ducharme y sacar a Lola (mi compañera hocicuda). Es mi tercer día de la regla y ayer domingo estuve cuatro horas en un seminario on line con las mujeres de 3Colours. Eso de ser ponente, artista invitada o experta conferenciante me pone muy nerviosa. Más que nada por las expectativas que se generan y el trabajo que es ir desmontando cada una de ellas. Aún con todo sabía que iba a ser genial y bueno, así fue. Que fueran cuatro horas de esas que valen por veinte no quiere decir que mi cuerpo no se resintiera. Y es que ésta es una de las trampas mortales cuando te dedicas a lo que amas. Te dices que como te gusta tanto no hay problema en dar más y más y más espacio y tiempo, y al final acabas hecha un trapito. Eso sí, un trapito feliz. Hoy iba a levantarme tarde y me iba a poner al sol con Lola peeeero ayer vi un artículo súper interesante y apunté que quería compartirlo aquí, porque desde el miércoles no he vuelto a dar señales de vida en el blog. Así que la mujer-trapito feliz (esa soy yo ahora) se dispone a escribir unas cuantas historias que le parecen muy interesantes y después de este compartir se va a coger un libro y se va a poner al sol a hacer la fotosíntesis. No me extiendo más y comienzo.
¿Vosotras conocéis a Chris Bobel? Yo no. Bueno ahora un poco más pero hasta que Josefin, la maravillosa mujer de la tesis para la Universidad de Göteborg (Suecia), no me pasó el link de su libro New Blood: Third-Wave Feminism and the Politics of Menstruation no supe quién era. Este libro está marcado como compra inminente en mi lista de deseos pues habla ¡por fin! de uno de los vacíos que más loquita me estaban trayendo: la tercera ola del feminismo y la menstruación. Cómo desde la teoría queer se entendía la menstruación y cómo podíamos seguir avanzando y cuestionando los cuerpos sexuados y el género. Ayer, haciendo una investigación previa (yo investigo para distraerme! lo bien que me vendría a mi una Game Boy!) encontré una entrevista muy chula que le hicieron a Chris Bobel para la revista norteamericana Bitch Media. Está íntegramente en inglés, la podéis leer aquí (mis horas encerrada en la academia de inglés me ha costado poder leer, no sin ciertos trompicones, en la lengua de chespir). Lo que a mí me interesa hoy compartir es lo que viene en este párrafo:
Can you explain your use of the word ‘menstruator’ in the book?
Some radical menstruation activists use it to signal that not all women menstruate and not only women menstruate. Think of post-menopausal women (who don’t) or trans men (who do). Menstruator is more than gender-neutral (like the term firefighter). Because it is related to a biological process, it gets folks thinking: What makes a woman a woman and a man a man? And why? This little word troubles the category ‘woman’ and the gender binary that facilitates gender-based oppression. If we eliminate the binary, we can slowly undo the problems gender makes.
Feminist spiritualist menstrual activists do not refer to menstruators. Rather, they emphasize and celebrate gender differences, including women’s capacity to menstruate. They do not want to detach menstruation from gender. Instead, they want to strengthen the connection.
The radical menstruation activists, on the other hand, discourage menstrual shame and secrecy, but don’t necessarily promote period love. The message is: you decide how you feel about your period – not tampon manufacturers, not your 5th grade health teacher, not your Mom, not pharmaceutical companies – you. The problem is, you can’t authentically decide what you feel and think about something if you don’t have good information.
* Yo lo llamé «menstruante» como en esta entrada en el blog. La negrita es mía.
Tiene chicha, ¿verdad? Por fin he encontrado a alguien que se ha preocupado en observar e investigar los diferentes movimientos en torno al activismo menstrual. Josefin me comentaba que, como siempre ocurre, lo que pasa en EEUU no es lo que ocurre en Europa y menos aún en nuestro país. Aunque yo sí que puedo distinguir, o sí que me puedo identificar, dentro de ciertas convulsiones de pensamiento y práctica. De momento lo que más me interesa es saber cómo acoger a aquellas personas que menstrúan y que no son mujeres. Llevo una temporada dándole muchas vueltas y no sabía como asirlo, dar espacio y aprender. Mis orígenes en relación al feminismo nacen, primero, a través de un feminismo no identificado o difuso y que aquí identifica con el feminismo espiritual que no es igual al ecofeminismo. De aquí atravesé el ecofeminismo y coqueteé con el feminismo de la igualdad hasta llegar al Máster de Duoda y a los estudios de la diferencia sexual. El camino rubí, por tanto, ha vivido jugosas transformaciones, pues el caminar por tantos enfoques desde tantos cuerpos l
o ha vaciado y llenado de sentido desde mil rincones diferentes. Desde hace más de medio año me siento interpelada por la crítica que se plantea desde la teoría queer con lo que yo me replanteo, sin cesar, el mensaje que subyace en este camino. Ultimamente me siento incómoda con mi tendencia habitual de hablar sobre el cuerpo de mujer. Siento la imperiosa llamada de la revisión pero no sin antes conocer y aprender las palabras que me ayuden a identificarme a mí y a mi labor. Por ello encontrar esta entrevista me ha maravillado. Aún no encuentro el lugar dede donde nombrar- me pero sí sé que estoy yendo hacia ese lugar donde pueda volver a acariciar lo que para mí es cierto (nunca verdad porque ésta no existe en términos absolutos). Siempre me ha dado grima pensar que yo estaba apartando a personas de conocer su ciclo pero debía asumir que emplear el término mujer tantas veces estaba haciendo ya la labor quirúrgica de la separación. Ahora lo puedo coger ni que sea con cuatro palabras y desde ahí puedo avanzar en el cuestionamiento de mi identidad y por tanto de mi trabajo. Lo que sé que tengo claro para mí es que deseo que las personas menstruantes vivamos nuestro ciclo cómo deseemos y que desde el camino rubí pueda ofrecer el espacio/tiempo para revisar los tabúes, miedos y patrañas que nos han contado sobre el ciclo menstrual. Quiero que lxs menstruantes conozcamos las 4 personas que somos y quiero aprender a comprender otras realidad diferentes a la mía. Esto es lo que siempre he querido desde bien pequeña y por ello siempre me ha costado errores ser etiquetada pues sentía que la etiqueta, como feminista de la diferencia o ecofeminista, mataban esta pasión por saber cómo es ser tú, cómo te vives tú. Que es lo que para mí da pleno sentido a esta batalla contra los prejuicios que llevo librando, con humor, rabia y alegría, desde que era la niñita gorda, gafosa y empollona con uniforme feo de cuadros marrones.
Hoy me siento feliz de estar cerca de esas palabras! Y aguardo el momento de tener 22 euros de más para poder comprarme el libro y devorarlo de pies a cabeza. Mientras veo las conferencias de Beatriz Preciado sobre La muerte de la clínica que me dejan con la boca abierta y con ganas de entender su idioma. Eso sí, tengo mucha suerte de tener personas (mujeres) a mi lado que me ayudan a cuestionarme y a revisarme sin caer en comodidades y atrofias intelecto- corporales. A ellas, hoy, gracias:
Alicia Murillo, María Llopis, Leire Martínez y Yendéh Martínez gracias por revolver mis hormonas y mis neuronas. Os admiro y estimo.
Si queréis acercaros en primer persona a este cuestionamiento activo sobre la identidad corporal os recomiendo encarecidamente el documental Fake Orgasm.
Ilustración de Coco Riot para su libro Llueven Queers.
El primer libro de temática queer que leí (2011)
Me cautivó.