¿Cómo se combina?
Hoy he salido a comprarme ropa. Hacia que no me compraba más de dos camisetas juntas… casi un año. No soy mujer de tiendas ni de trapitos. Siempre me compro ropa, zapatos y demás que duren tiempo y que pueda ponerme siempre. Soy una que vive con el fondo de armario. La verdad es que hace mucho tiempo que no tenía el dinero, ni la necesidad para hacerlo y podía seguir estirando y estirando, viendo como Alex o mi padre entornan los ojos cuando me ven con la falda gris que tengo desde el siglo pasado (literal) Eso sí la llevo porque es súper cómoda y está como el primer día, eh? La ropa, para mí, es importante de una manera más práctica que otra cosa. Pero bien, éste no es el tema.
Me pregunto cómo se combina la pasión por tu trabajo y la pasión hacia tu pareja y familia, porque yo estoy perdida. Vivo entregada al 150% a este proyecto. Cuando estoy triste, trabajo. Cuando estoy feliz, trabajo. Lo hago porque me encanta, me hace sentir viva y me maravilla crear en conexión con vosotras. Todo lo que leo, veo, escucho y hablo son por y para el camino rubí. Ahora bien, Alex y yo estamos pasando por un momento extraño. Digo Alex por no decir Lola y Taisen, que los pobres están tirados en el sofá con caritas de pena y resignación día sí y día también (Son mi perra y mi gato). Mis amigas ni me ven el pelo y con mis padres no hablo más de 10 minutos por teléfono. Siempre tengo algo que hacer, pensar o crear. Esta pasión me está matando. Matando en la complejidad de quien soy, de la vida que tengo al completo. Soy una animalilla que sólo habla de mujeres, menstruaciones, fases hormonales, feminismo, entradas de blog y poco más. Al principio puede ser atractivo encontrarte a una tipa como yo pero, al de un rato, resulto un coñazo.
Alex es, además de mi compañero- pareja, es mi informático, diseñador y analista web, consejero en gestiones y consultor de marketing. Lo que hace que «el chico para todo» ya no sea visto como el tío buenorro que me quiere y me remueve las pecas. No. Ya no. Porque cuando me mira con sus ojitos marrones marcados por esas arrugitas tan pícaras de reírse tanto, le digo: ahhhhhh peke! que hay que subir el PDF al…. Y todo se va a la mierda porque yo lo mando a la mierda. Sí. Tengo un problema. Estoy en mi fase ovulatoria y ni siquiera me planteo el follar (disculpen la ordinariez). Toda mi pasión la vuelco aquí. Me digo: nena, el blog! Y me pierdo tratando de encontrarme.
Si os digo la verdad, no sé qué carajo hago aquí. Ahora mismo debería coger mis nuevas zapatillas de correr (regalo de Alex) y ponerme a saltar como una coneja feliz. Pero ni eso. Trabajo aquí y si voy a correr lo hago como modo de escape físico. Es como si ya no disfrutase con nada que no fuera el camino rubí y esto no lo siento sano.
Ayer trabajé porque tengo mucho por crear y diseñar. Soy una loca del compromiso así que en casa me quedé. Al final fui a tomar una cerveza y a ver una peli con Leire. La primera escapada con amiga que hago en siglos. Evité actualizar el correo desde mi móvil, porque ésa es otra, ni siquiera en la calle me libro de esta pasión. Intuyo que estoy pasando a un plano adictivo. Yo siempre me mofé del término anglosajón Workaholic, que viene a decir algo así como adicta al trabajo. Nunca pensé que sería posible porque nunca había encontrado algo que me chiflara tanto. Ahora lo estoy viendo y me da miedito. Creo que escribirlo de esta manera es un primer paso o quizás tampoco porque sigo pegada a la silla y al blog…
Como sea, por si alguna se hizo la paja mental de que mi vida es un espacio creativo lleno de armonía, colorines y estabilidad que vaya parando porque es un caos en eterna espiral que me va tragando cual lavadora en sesión de centrifugado. Todo tiene una medida, más allá de ella te das un tortazo. Pero en cuestiones laborales, en este sistema productivo capitalista, si te amorras al trabajo 27h al día no se ve mal. Seguro que si tuviese la pasión de rascarme la barriga la gente ya diría algo pero como soy muy trabajadora y apasionada, todo el mundo dice: mírala! qué profesional!. Así que con la complicidad del resto de los humanos yo sigo enganchada. Cuando me doy cuenta como ahora, me cuento una milonga y se me pasa. Quien haya tenido alguna adicción se estará viendo reflejada.
La historia es que no sé cómo combinar. Cómo vivir una vida que no sea todo trabajo si, desde bebé me enseñaron que el trabajo es lo primero. Cómo desarrollo otras actividades sin que acabe pensando que estoy tirando un tiempo precioso que podría dedicar a mi pasión. Cómo dejo de cagarme del miedo pensando en que si paro de trabajar a este ritmo no podré mantenerme económicamente. Cómo no voy a acabar tirándome de los pelos cuando recuerde lo imbécil que fui y todo lo que desaproveché.
Soy capricornio. No sé si creo en esas cosas. Sólo sé que soy como una cabra. Una cabra en todos los aspectos, especialmente en lo de tirar al pico más alto de la montaña sí o sí. Me pregunto porqué y no sé responder. Cuando corro sólo quiero subir cuestas empinadas. Me duele el cuerpo pero yo me empeño. Miro cada paso y sé que llegaré. Una vez arriba, cojo aire y pienso: Jummm. Qué nueva montaña subiré? No sé parar y disfrutar de lo que hay. No sé si es propio de la edad y que cuando sea más mayor sabré verlo con calma. Lo que sé es que no me gusta cómo lo estoy gestionando y que, honestamente, no sé cómo se para y se cambia la corriente.
Mañana vuelo a Murcia. Tengo ganas. Quiero ver a otra gente. Conocer a otras mujeres. Relacionarme y reflexionar.
No sé si el de hoy ha sido un post útil, pero yo necesitaba contar todas estas inutilidades de mi mundo rubí.
PD: ayer no hubo videoblog. El próximo miércoles me veréis de nuevo
Dia 15: fase ovulatoria
Pic: Teoría eterna de Alex. Pic de Johenestefan