Quedan 2 días. Dos días para coger el avión y siempre, siempre me pongo nerviosa ante la idea de dejar atrás mi cómodo hogar con su preciosa rutina y tener en el horizonte, la aventura.
Vuelo a Sevilla. Adoro Sevilla. La conozco poco y ella tampoco es muy íntima mía, pero las veces que estuve allí me sentí radiante. Tiene una luz mágica y la siento con mucho carácter, sabor y olor de mujer. Es una ciudad-mujer, no como mi amado Bilbao que es una ciudad- hombre.
Es curioso esto de las ciudades-mujer y las ciudades-hombre… según lo escribo, voy pensando en ello. La calidez es un rasgo de ciudad-mujer, aunque calidez no es sol, pues Donosti es una ciudad-mujer también y el sol se ve entre nubes y llovizna… La elegancia en sus formas y el olor a azahar de los naranjos que engallan sus calles le da un cuerpo de mujer, un sabor a mujer…
Como se me nota, entre Sevilla y yo hay un romance que aún está por nacer.
El viernes llegaré al aeropuerto y de allí seguiré la ruta que mi fantástica María (organizadora del taller) me ha marcado para llegar al centro y allí encontrarme con ella. ¡por fin! Es una maravilla trabajar con una mujer a la que no has abrazado nunca pero que la sientes tan cercana como si os hubieseis conocido desde hace años. Es uno de los regalos de mi trabajo: las colaboraciones entre mujeres. Me ha prometido enseñarme el centro si no hace mucho calor. Ummmm Sevilla en primavera se me antoja como Barcelona en julio. Del paseo a la calle Relator, 44 (a eso de las 18,30) a la Librería Relatoras, librería de mis mujeres de Autoras en Red y Escuela de Escritoras Helvéticas. Allí compartiré con las mujeres de la Destilería mi trabajo con la menstruación y el poderío femenino ¡Tengo tantas ganas de poner ojos y gestos a Lola, Alina y demás mujeres!. Y tras el ratito de compartir, caminito a Tomares, a casa de Silvia, Néstor y el pequeño Erik (mis primos «prestaos») que me acogen en su hogar. Cenita, charla y a la cama porque ¡el gran día está por llegar!
Como siempre que hago un taller, me imagino un poco -sólo un poco- cómo serán las mujeres. Las intuyo nerviosas, expectantes, con muchas o pocas ganas de ir, valientes eso sí por haber atendido su deseo y estar ahí compartiendo con las que, en principio, son desconocidas. Algunas vendrán con su amiga, otras a la aventura… todas buscan, todas se
buscan y está en mí acompañarles a dar con la tecla. Yo las espero con un puñadito de nervios porque deseo acompañarles como merecen, pero sobre todo con kilos de ilusión y ganas de disfrutar. Dejo las expectativas a un lado, respiro y dejo que los cuerpos hablen, que las sonrisas tejan…
Y… vuelvo aquí y ahora. Estamos a miércoles, aún quedan reservas pendientes, aún no sabemos quiénes seremos las que tejamos este sábado. Aún quedan los pasos previos, el círculo está por cerrarse. Me repito que todas las que estemos somos las que hemos de estar. Me concentro en fluir.
Sea como sea, será y tal y como sea, será un gran regalo.
A todas las que venís y a las que no, gracias por ser parte de mi Camino, de mi aprendizaje, de mi Vida.
Día 8: fase pre-ovulatoria