El ciclo menstrual no es un cuento chino

¿De dónde te sacas lo de las 4 mujeres en 1? ¿Qué es eso de «las fases menstruales»? ¿Tiene un fundamento científico el ciclo menstrual?

Éstas y otras tantas preguntas similares son comunes. Son perfectas y me encanta que las formuléis porque yo me las he formulado durante mucho tiempo y gracias a que sigo cuestionándome todo (incluso la base de mi trabajo) puedo crear con rigor. En la entrevista para el microreportaje que se emitió ayer en el programa de radio Maneres de viure (Maneras de vivir) la periodista, Montse Huguet, me preguntó sobre qué era lo más difícil de mi trabajo. Sin duda alguna lo más difícil es mantener el rigor pues estudiar sobre el cico menstrual desde un enfoque biopsicosociológico y trabajarlo desde la Pedagogía es complicado. Las referencias están muy dispersas y pertenecean a campos del saber muy eclécticos. Así mismo hay mucha mitología e incluso esoterismo en algunos enfoques que, a algunas mujeres, les dificulta el acceso (aprovecho para aclarar que no tengo absolutamente nada en contra de estos enfoques ya que cada persona tiene una manera diferente de acceder y generar  conocimiento).

Las 4 mujeres que soy (titulo de las sesiones de profundización on line) viene de las 4 fases hormonales que tienen lugar en el ciclo menstrual. Especialmente cuando hablamos de las hormonas sexuales femeninas del cico menstrual estamos hablando de los estrógenos y los progestágenos, aunque también están presentes las gonadatropinas (LH y FSH). Las hormonas son claves para entender el funcionamiento y comportaiento de nuestro cuerpo. Como bien explica el bioquímico y ladrón de cerebros, Pere Estupinyà, en su libro S=EX2, La ciencia del sexo

Las hormonas del sistema endocrino son los mensajeros cuya función es mantener el equilibrio interno, regular las funciones básicas y hacer que responda frente a cambios originados tanto desde el interior como del exterior. Las hormonas y el comportamiento van de la mano. […] Las hormonas son el lenguaje interno del cuerpo. […] Las hormonas y el comportamiento están tremendamente correlacionados, y por ello merece la pena conocerlos.

Conocer nuestras hormonas sexuales femeninas nos da claves para conocer cómo se comporta nuestro cuerpo (es decir, nosotras) y cuáles son las decisiones a tomar que más nos benefician. Por supuesto que tenemos capacidad de elección y que no estamos marcadas al 100% por nuestras hormonas pero sí que es cierto que éstas juegan un importante papel en cómo nos movemos, sentimos, pensamos y creamos. 

Las fases de nuestro ciclo están marcadas por las subidas y bajadas en los niveles de estradiol y progesterona. Ambas hormonas se producen en los ovarios, mientras que la gonadatropinas son secretadas por la hipófisis. El ciclo menstrual es en sí el ciclo ovulatorio, pues la ovulación es el centro del proceso. De manera muy resumida podemos decir que nuestro ciclo menstrual se compone del proceso de maduración del folículo del ovario que liberará al óvulo y del crecimiento/ engrosamiento/ expulsión del endometrio el cual acoge este óvulo liberado. En este proceso fisiológico las hormonas responsables bañan nuestro cerebro produciendo diferentes estados físicos, mentales y anímicos. La fase preovulatoria y la fase ovulatoria se caracterizan por la alta presencia de estradiol y con ella el estado mental de locuacidad, intensa actividad intelectual y física (entre tantos otros rasgos). Esto se debe a que los estrógenos son las hormonas que abonan y fertilizan nuestro cerebro. Por otro lado la progesterona, hormona que nos seda y nos induce a la calma psicomotora (lentitud en los movimientos, pensamiento abstracto, aumento de la sensibilidad entre otros) aparece tras la ovulación y se mantiene en toda la fase premenstrual hasta los 2 días previos a la menstruación. Para que la menstruación ocurra los niveles de estradiol y progesterona han de estar bajos, por lo que nuestro cerebro se queda sin «baño hormonal» con lo que nuestra sensibilidad aumenta y nuestra gestión del estrés es más complicada. 

Algo tan sencillo como la gestión del estrés, que tiene un importante componente cultural (el cual se aprende, aunque también tiene, en menor medida, un componente biológico), es lo que desencadena molestias e incluso patologías. Los estrógenos nos ayudan a mantener una actitud fuerte, dinámica y resolutiva antes las situaciones estresantes. En cambio, los progestágenos nos disponen para estar más permeables ante cualquier suceso. Por ello ocurre que tras la ovulación y hasta la menstruación (en especial los 2 días antes de la menstruación) cualquier detalle nos afecta, nos angustia y nos duele. 

Ahora bien es necesario tener un enfoque crítico ante lo que ocurre a nuestro alrededor, de ahí la visión de género. Podríamos alimentar el discruso de que esta sensibilidad propia de la progesterona es lo que nos hace volátiles y débiles. Que en realidad estamos defectuosas y que, bueno, hemos de aguantarnos con el cuerpo que nos ha tocado, en lugar de comprender que en estas fases en las que la progesterona está en su apogeo (especialmente la fase premenstrual) somos capaces de sentir sin filtro alguno las injusticias que seguimos viviendo en función de nuestro sexo y nuestro género. En esta sociedad, poco o nada se valoran estos estados mentales y anímicos. Nuestra cultura se basa en el desprestigio al cuerpo femenino y se alimenta de la fiebre del odio al cuerpo que muchas mujeres hemos padecido. No, no soy una agorera. Es un hecho real y vigente que influye profundamente en cómo vivimos y percibimos nuestro cuerpo cíclico. Bien desde la visión de que todo es un constructo cultural y que nuestras hormonas no tienen nada que decir o bien desde el enfoque de que por culpa de nuestras hormonas nunca vamos a conquistar la igualdad, nos encontramos ante una situación frustrante y, permitidme la rotundidad, de dogmatismo absurdo. Las hormonas y el comportamiento se influyen bidireccionalmente y es imposible desgranar quién influye a quién.
Así mismo mantener la nociva creencia de que el ciclo menstrual nos hace débiles es perpetuar la discrimianción sobre nuestra fisionomía y nuestras capacidades. 

Como véis el ciclo menstrual y sus fases hormonales tienen importantes implicaciones a nivel físico, mental y anímico, de manera individual, y a nivel cultural- sociológico a nivel colectivo. No sólo por cuestiones fisiológicas sino también por cuestiones culturales debido al comportamiento y percepción que hemos adquirido en torno al propio ciclo. Si conocemos cómo funciona nuestro propio cuerpo y cuestionamos los tabúes en torno al cuerpo femenino, podemos llegar a vivirnos con más placer, menos vergüenza, más poder y menos culpa. Éste es el trabajo que yo propongo desde la Pedagogía. No sé si podría bautizarla como Educación Menstrual (suena acertado pero me cuesta inventarme términos pues a veces me da miedo parecer una vendehumos) pero, en sí, éste es el cometido de mi labor: diseñar espacios y experiencias de aprendizaje en torno al ciclo menstrual. Las fases del ciclo menstrual existen desde el enfoque científico neuroquímico y ginecológico y también desde el enfoque antropológico. Aún así, creo que es indispensable que creamos en nustra propia experiencia, pues antes de que la Ciencia lo haya validado, cada una de nosotras sentimos cada mes cambios sustanciales en nuestro cuerpo- mente y esto es lo que realmente valida el hecho de que somos más de una mujer. 

Día 10: fase preovulatoria

Pic de Agustina Guerrero

Si quieres conocer los cambios hormonales que vives cada mes, cómo influyen en tu comportamiento y cómo vivirte lejos de tabués con más placer y más control sobre tus decisiones sigue leyendo aquí

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Conocerte es vivirte. Vivirte es amarte. Amarte es ser libre.

 

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