Perdóname concha mía por oprimirte tantos años,
por todos los que la patriarca que tenía dentro te rechazó. Perdóname por todos los años sin feminismo en los que te desconocí, te odié y hasta te tuve asco, por todos los que me avergoncé de ti.
Perdóname por creerme la publicidad
de compresas y tampones y geles íntimos que dicen que hueles mal, y que tu sangre es repugnante. Por no sospechar de tu mal olor cuando realmente lo tenías, y de tus abundantes fluidos que te hacían estar siempre mojada, incómoda, por creer que eso era lo normal, porque la sociedad dice que hueles a “pescado”, y eres repulsiva. Perdóname por estigmatizarte y no escucharte cuando me decías que algo no iba bien.
Perdóname por haberme negado tantos años a ir al ginecólogx,
al no soportar esa situación tan violenta e incómoda, porque el pudor me lo impedía.
Perdóname por haberte privado tantos años de tener sexo,
de que otras te viesen, te acariciasen, te queriesen lo que yo no te quería, te besaran, te lamieran, te metieran los dedos y te sacaran los complejos. Perdóname de veras, por todas las relaciones sexuales a las que te hice decir que no, por castigarte sin el placer compartido del sexo. También por haberte llamado frígida al no tener ganas de follar, y por todas las presiones, que por ello, te han caído encima.
Perdóname por no haber sabido antes que tenías candidiasis,
y que por eso, despotrique tanto contra ti, sin conocer tus motivos. Por toda mi enemistad contigo, por toda la incomprensión que me hizo desconocer que tu olor intenso, tus excesivos fluidos y tu falta de apetito sexual eran por el desequilibrio del hongo.
Perdóname por haberte llamado fea, por haberme reído y burlado de tus labios. Por compararte absurdamente con otras conchas. Por aceptar ese maldito canon de belleza que ni hasta lxs genitales se escapan, como si existiera una concha canónica ideal.
Perdóname por lo machista que fuí al cosificarte,
por fragmentarte, por no darme cuenta antes de que lo bello es la diversidad, que todas las conchas son diferentes, y que tú, como el resto, eres hermosa y auténtica.
Perdóname por haberte metido tampones y compresas,
sin saber que te podía lastimar con la cantidad de tóxicos que tienen. Por seguir al pastor con forma de falo y moneda que me decía que eras aversiva y que por eso comprase sus productos. Perdóname por maldecir cada vez que menstruabas y yo me quejaba, sin ser consciente de la magia de tus ciclos, y de lo valiosa que es tu sangre. Por haber tardado tanto en usar la copa menstrual, esa compañera de nombre Moon de apellido Cup, que tanto nos ayudó a reconciliarnos.
Perdóname concha mía,
por haber interiorizado todo el desprecio que la sociedad patriarcal tiene hacia ti. Perdóname por haberte violentado, menospreciado, por haberte sentido lejana a mí, por haberte ignorado, humillado, denigrado…. perdóname por todo el colonialismo patriarcal de mi cuerpo y sobre todo, de mi sexualidad, que me llevaron a sentir y hacer todo eso.
Y gracias.
Gracias por los orgasmos desde bien pequeña, gracias por ayudarme a conocerme a mí misma en mi ciclicidad, por las risas que nos hemos echado haciéndote peinados con la espuma en la ducha, gracias por no haber ido a la peluquería púbica a quedarte calva, por escaparte de la esclavitud de la depilación, por superar los complejos, los miedos y compartirte para entrar al divertido juego del sexo y sus goces, gracias por abrirte “como una flor bajo la lluvia”, por acabar dejándome mimarte, por las enriquecedoras sesiones de fotos desnudas, en realidad, gracias por liberarte, por empoderarte, por hacerme saber que mi cuerpa es política, que mi concha es política.
¡VULVA LA REVOLUCIÓN!
Texto escrito por Jacarandá Disidente en el blog de Soy1Soy4: la Comunidad