¿Cómo hago para disfrutar de la fase premenstrual? 

CUIDO:

Lo que entra por mi boca.

Algo indispensable es la alimentación. Sí, sé que ahora llegan las ansias locas por el queso, el chocolate y el chocoqueso (si es que algún día alguna sabia lo inventa, aunque mejor el chocoqueso vegan version). Y esto es, entre otras cosas,  porque el cerebro que regula nuestras emociones está en nuestra barriga. Es más, nuestro sistema digestivo ES el segundo cerebro de nuestro cuerpazo. Ahora entenderás porqué sueles decir ante una decisión importante: Manolita ¿qué te dice la barriga? Y más que el sistema digestivo, es la microbiota (fauna y flora digestiva) la que nos mueve y conmueve. Este tremendo descubrimiento lo encontré de mano de la Dra. Giulia Enders en su libro La digestión es la cuestión (Por cierto si te imaginas a una científica de 60 años, olvídalo, es una joven doctora de los 90 -adoro a esta generación, para que luego digan que no hacen nada-).
Así que los bichitos de tu barriga son los que te piden cierta comida y te provocan ciertas emociones. Somos un cúmulo de bacterias en constante interacción, con lo que no son los bichitos y tú. Tú eres esos bichitos. Esos lindos bichitos… son tú. Por eso es necesario, para pasar una premen llena de rica progesterona, mimar todo lo que entra por nuestra boca a lo largo de toooooodo el ciclo, no sólo 2 días antes de la menstruación. De esta manera, las ganas de chocoqueso se verán reducidas a un par de veces (en lugar de 124) y sucumbir a ellas no nos causará molestias menstruales. Tu abuela en esto, de nuevo, tenía razón: más vale prevenir que curar.

Lo que entra por mis ojos.

Cuando voy mutando de ovulatoria a la primera fase premenstrual, me doy cuenta de la necesidad que tengo de hartarme de Arte. Empiezo a buscar películas, documentales, libros y canciones que puedan ayudarme a entender qué bulle dentro de mí y que me ayuden a sacarlo fuera. Esto es fundamental, pues siempre nos quedamos en el lado receptor y nos cuesta horrores pasar a la orilla de la acción. Escribir desde mi premonstrualidad es un regalo. De hecho es cuando más ‘Yo’ me siento. Puedo llorar mientras tecleo, estremecerme mientras releo, quedarme absorta sin más preocupación. Gracias a zambullirme en las expresiones artísticas de otras artistas, puedo exorcizarme y disfrutar del proceso. (Y canto, en la premen canto un montón.)

Lo que me rodea.

Emails, Twitter, FB e Instagram pasan a segundo plano. Cierto que me entran unas ganas locas de entrar en mi perfil y cagarme en todo (en la primer fase de la premen, me ocurre sin cesar) pero ya consigo apartarme de la sobreexposición para bucear en mi ahora roto-roto interior. En julio cerré mi cuenta personal de FB, y como en Twitter soy una torpe de cuidado, me siento liberada de las redes sociales mainstream. Ahora me he centrado en resolver mi relación con los emails. Estoy manteniendo mi promesa de responder en un único día de la semana para poder dedicar mi tiempo a lo que realmente necesito y deseo.
Y si me muero por relacionarme virtualmente, me despeloto y me lanzo a la Comunidad donde todas tenemos un espacio para mimarnos en nuestra premen. Creo que esto es lo que me satura de las relaciones virtuales y presenciales, el tener que ponerte un traje y actuar desde él. Mi Sra. Premen va siempre desnuda y las costuras de los trajes le hacen llagas, con lo que necesito espacios donde ser un animalito vulnerable que campa a sus anchasLa Comunidad, para esto, es la mejor de las curas. (Si no existe, ¡créalo! Bendito el día en el que la creamos ♥)

Lo que me sobreexcita.

En la segunda fase de la premenstrual he de andarme con ojo con aquellas cosas y personas que me sobreestimulan. Como me vuelvo más blandita e introvertida y como esto aún me provoca sentimientos de inadecuación, tiendo a ocultarlo exponiéndome demasiado. A veces, en lugar de quedarme en casa bichoboleando, me obligo a salir y, como me cuesta mantener una conversación trivial con el personal, me da por beber una cerveza tras otra, hasta que al final me prendo fuego. Las consecuencias son nefastas a todos los niveles. Días más tarde mi dolorido cuerpo se ve arrastrado por los cólicos menstruales. Al final, el precio por no aceptarme tal y como soy en ese momento, vuelve a ser terriblemente alto 🙁

Acoger quién eres y mimarte en base a las necesidades y deseos de ese momento, es la verdadera clave.

Sí, ya sé que tu trabajo o tu falta de éste, tus responsabilidades, tu familia, tus fantasmas, etc. te someten a niveles de estrés que te rompen a la mitad. No creas que vivo alejada de esto, de hecho voy para 6 meses viviendo en un pozo emocional hasta los topes de rica mierda. Pero hay un momento en el día, cuando el sol vuelve a caer y los monstruos comienzan a salir del armario, que he de tomar decisiones por mí y para mí. Nadie me puede cuidar como yo. Y aunque no me hayan cuidado mucho a lo largo de mi vida, yo soy la responsable de mis tripas, mis bichitos microbiotas y de cómo revierto el traje de mujer que me pusieron al nacer. Es un esfuerzo del copón, cierto, pero si no lo hago yo, ¿entonces quién?. En mi lista de quereres ya alcanzo la primera posición y esto lo he conseguido escuchando y atendiendo a la feroz Sra. Premen. Cuando supe que ella buscaba lo mejor para mí, dejé de pelear contra mí y comencé a pelear contra lo que me hacía daño de verdad: este mundo raro. Ahí sí que vino el cambio 😉

Mimarnos es la mejor cura y la mejor prevención. Así que, ¿Cómo te vas a cuidar hoy?

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