Comienza la semana y yo estoy desbordante de energía. He pasado unos días con alergia (nunca había tenido de este modo) pero la recuperación ha sido sencilla. Especialmente porque he descansado y porque estoy en fase preovulatoria, con subidón de estrógenos y con lo que esto significa para mi sistema inmune. Este sábado fue el último taller de la temporada. Finalmente, os lo digo por aquí, no se hará el taller de julio en Bilbao. Es una fecha complicada y aunque había muchas ganas de hacerse, muchas os ibais de vacaciones (sí, en Euskadi hay que salir a buscar el sol a otros lares). Así que no seré yo quien compita con el sol y menos haciendo el clima que está haciendo 🙂
Eso sí, mañana tengo uno de esos encuentros que tanto me gustan. Y es que mañana volveré a la Escola de El Martinet para compartir con niñas (prepúbers) y madres (también tutoras) el encuentro sobre menstruación, tabúes y diversión. Me encanta ir porque han sido las niñas quiénes lo han demandado al centro. Resulta que el año pasado fui porque una de ellas (un tesoro de niña) había venido con su madre a la charla que facilité en Vic en año anterior. Al llegar a su cole se lo contó a sus amigas e hicieron una especie de comando menstrual en el baño. Al estilo Club Privado en el que iban contando a las nuevas integrantes qué pasaba cuando menstruabas. Así que ella y sus amigas pidieron a sus madres que fuera a su colegio. Fui y debió de ser la bomba para ellas (para mí lo fue, sin duda) ya que , las niñas que entonces estaban en 5º de primaria, me escribieron (real) para saber si este año volvía al centro a hablarles de «la regla y esas cosas». Hace unas semanas una de las tutoras me escribió para ver si volvía. Como dijo una de las niñas «has de volver cada año. Así pasar a 6º será hablar de la regla». Así que vuelvo, contagiada por su ilusión. Es una pasada ver lo rápido que se sacuden estas niñas los miedos y los tabúes si se les facilita un espacio dinámico, divertido y deslenguado.
En estos encuentros tengo una regla de oro y es no decirles que cuando menstrúen ya serán mujeres. Cuando esto ocurra serán ellas en su propia identidad cambiante, punto pelota. Que con esto nos hacemos un lío gigante. Es cierto que su cuerpo-mente-ánimo irá cambiando pero esto no es sinónimo de ser mujer. De hecho, cuando decimos esto estamos afirmando que lo que nos hace mujeres es la capacidad de reproducirnos. De nuevo cogemos la idea polilla y patriarcal de que una mujer se define como aquel ser humano que es madre o puede serlo. Definir nuestra identidad de este modo me parece erróneo además de llevar a las niñas a una confusión muy grande. Menstruar significa que ovulamos PERO en los primeros años de la menstruación la ovulación aún no está ajustada. Es decir que, a veces no se ovula. Es un proceso por el que nuestro cuerpo (que somos nosotras) se va adaptando a los nuevos cambios hormonales- neuronales y es ,en todo este proceso, donde una necesita referentes de mujeres que conozcan sus fases y las gocenn. La identidad de mujer ¿existe? últimamente le doy muchas vueltas al término. Cada vez me acerco más a la idea de que es una construcción, pero independientemente de esto (aún no sé explicarme con claridad), una niña construye su identidad desde pequeña y la cuestiona, amplia y redibuja en la adolescencia y me atrevería a decir que continúa a lo largo y ancho de tooooda su vida. Yo soy la mujer (si me defino así) que soy por la niña, la prepúber y la adolescente que fui. Cuando decimos ¡ya eres una mujer! muchas se sienten como nos sentimos nosotras cuando nos lo dijeron: ajenas en su propio cuerpo. Ellas son muy claras y preguntan lo que quizás deberíamos volver a preguntarnos: ¿Qué es ser mujer?. Como me preguntaba una niña angustiada «¿Que tenga «eso» significa que no puedo trepar más árboles? ¿Que tengo que estar sentada?» Esto tiene de fondo esta idea real de que en torno a la palabra mujer (y la palabra en sí misma) existe el rasgo de que la mujer es aquella que es modosita, que no trepa ni escala, que es más «fina» que cuando era una niña. Es normal que esta idea les asuste ¡a mí también!. Así que, por favor, no repitamos aquello que vivimos. Menstruar no es sinónimo de mujer. Es un proceso muy importante que genera cambios y que nos lleva a conocer y ampliar nuestros límites corporales-mentales-anímicos. La mujer como sujeto común no existe. Ellas no pasan de ser únicas a ser comunes bajo el epígrafe mujer. Cuando son niñas las dibujamos y esperamos con muchos matices ¿por qué limitarlo a el día antes de la menarquía? Simone de Beauvoir (a veces hay que levantar a las madres simbólicas muertas) decía que la mujer se hace. No hay una esencia femenina, no hay algo puro que todas compartimos, más allá de la biología (y tampoco el recuento de hormonas es igual para todas). ¡Ojo! la biología es un puntazo pero determinar la identidad de una niña porque ahora tenga unas hormonas u otras es un peligro. Bastante tienen ellas con apañarse con las nuevas «ellas» que vienen con cada fase para además cargar con el apellido (cultural) mujer.
Mañana será un día inolvidable. Compartiremos secretos, relativizaremos un buen rato y aprenderemos a que somos más que una identidad de género. Mucho más grandes, mucho más inabarcables y mucho más canallas. Eso sí, siempre trepando árboles y nadando en las piscinas del camping.
NOTA: os dejo aquí la entrevista que me hicieron para el periódico HIRIAN. Es completita y jugosa
Día 11: fase preovulatoria
Pic de Jean-Charles Amey