Estoy en pelotas. Sí, así desnuda, pasando frío pero sin poder moverme del ordenador. Tengo los ojos pegados a la pantalla. El ojo izquierdo empieza con su tic Popeye (esto es, guiñarse él solito a lo marinero ARRRRR). Aquí estoy escribiendo mi primera entrada en este nuevo cuarto. Un cuarto propio que es más amplio y que es más bonito. Es más como me siento en estos momentos de mi vida. No sé si os ha pasado pero yo soy de ésas que se miran al espejo y si no se ven, si la del reflejo no es ella misma, se van corriendo a la peluquera porque saben que ella, la auténtica, está bajo otro color, otra forma. Esto mismo me pasaba con la anterior web. De ahí el pasarnos días y noches trabajando para hacer de este lugar mi casa, vuestra casa.
Montar algo nuevo nunca es fácil. Cambiar algo, menos aún. Hay muchas expectativas y también muchos temores. Si estoy desnuda sentada de mala manera en la silla del estudio, tecleando como una gárgola es porque no puedo no estar inquieta por cómo lo veréis, cómo os sentiréis aquí. Es una mudanza en la que la casa ha sido creada desde lo más íntimo. No hay detalle que no se haya medido al milímetro y pasado por el filtro de mis emociones. Esta web se ha materializado conmigo plenamente premenstrual y menstrual con lo que he sido muy crítica, muy cruda.
Ahora estoy aquí, actualizando los comentarios de FB para leer vuestras impresiones. Detesto cuando me comporto así. Cuando soy tan dependiente de vuestras impresiones. Me siento débil, fablible, maleable. Pero creo que lo que me pasa es que me da rabia saber que es muy cierto que mi trabajo depende más del 70% de vosotras, de cómo llego a vuestros cuerpos y de cómo me recibís. Lo que hay aquí es una relación, miles de ellas. Mis manos tejen hilos desde mi cuerpo al vuestro y al revés. Bidireccional en tantas maneras y bajo tantos cuerpos que, en momentos como hoy, me abrumo.
Estoy feliz. Sí, parece que no, ¿verdad? Me siento real porque siento ese hormigueo incesante de la segunda cita, cuando sabes que le gustas y que quieres volver a verle pero, ella/él ¿querrá repetir? Así estoy, pero desnuda y no en plan sexy. En plan: ayer nos acostamos a las tantas, no he comido en toda la mañana, Lola me quiere asesinar (mi perra) y se me están poniendo los pezoncillos duros como escarpias del frío que hace en este cuarto. Pero feliz. Feliz estoy porque estoy expectante. Porque estoy esperando a derramarme por vuestras pupilas y gustaros tanto que queráis volver a quedar conmigo. Sí, eso me pasa. Que quiero repetir. Que quiero deciros que estoy aquí, que aunque mi casa sea nueva no me muevo de este cuerpo y que tengo muchas ganas de crear a vuestro lado y para vosotras.
Llegué de México sabiendo que me dejaría reposar en lo que a talleres presenciales se refiere porque tengo ideas anotadas desde hace más de 2 años que quieren hacerse realidad. Quiero volar en otras direcciones, quiero andar nuevos caminos dentro de este tremendo camino que elegí. Y quiero hacerlo, quiero volver a hacerlo y soñarlo con vosotras, contigo.
Te quedas, ¿verdad?.
Y sí, no me lo voy a callar. Porque parte de mis nervios es que hoy ha salido, por fin, a la venta el libro-joyaza Cartas desde mi cuarto propio. Colección 2013 y la bolsa fardona de Menstruar Mola. Ambos los encontráis en la tiendita junto a los ebooks. Mañana, cumpliendo con la única efeméride de la que soy devota, os contaré cómo es autoeditarse, escribirse, romperse y lanzarse al mundo de los librejos.
Bueno. Voy a subir a vestirme. Los dedos ya los tengo blanco-morados así que voy a ver si me centro y me visto por los pies. Gracias por quedaros, por quedarte a mi lado. Ojalá pudiera achucharos desde aquí. De verdad, de piel.
Bienvenidas a mi nuevo cuarto propio.
Día 7: eléctricamente preovulatoria
Pic: mis caretos en la sesión de fotos de Ismael Llopis