No sé si quiera si esto va aquí , si quiera si merece ser catalogado como entrada en el blog pero necesito escribir, necesito parir el deseo que hasta hace bien poquito tenía encerrado porque me daba miedo que viese la luz.
Hoy es mi día 1 , el inicio de nuevo y es una mierda. Desde que conocí a Erika y en consecuencia a mis carnes y vísceras he disfrutado placenteramente de mi #PrimerDia, me he querido, me he cuidado, me he mimado. Los 1 han sido la excusa perfecta para hacer lo que me apetecía “por derecho” como si viniese prescrito por receta médica, (qué lamentable tener que buscar una excusa para “darme permiso”) pero así es y así han sido hasta que un día en un coche, sola con la carretera y muchas horas de conducción por delante, parí el deseo. Lo nombré y existió. Puse letras y las pronuncié, y hoy por primera vez las escribo:
Quiero parir y ser madre.
Mi deseo ha terminado de nacer hoy, ya es un ente real que existe en este mundo de hechos y pruebas, y yo me he postulado al fin.
Ayer cuando me acosté aun pensaba que si visualizaba mis deseo con tanta fuerza hoy amanecería con un positivo en la prueba de embarazo; todo indicaba que eso no iba a ser así, no había dolor en el pecho, ni inflamación, no tenía sensación de estómago revuelto como cuando me quedé embarazada y aborté porque aun era muy pronto. No tenía ninguna de aquellas sensaciones que experimenté, pero quien sabe – cada mujer es un mundo- pensaba y así, agarrada a los pelos del viento me quedé dormida y con el útero encogido para que no saliese nada.
Pienso mucho en aquel aborto, estuve orgullosa de mi cuando lo hice, no quería, lo tenía claro, no quería tener hijxs en aquel momento y no sabía si en un futuro los iba a querer, así que como dueña y señora de mi cuerpo la opción más lógica era la de abortar. Por aquella época tenía 30 años no era ninguna niña pero no era el momento. Hoy tengo 34 el momento económico y profesional no es mejor que el de aquella época pero soy más sabia, sé qué quiero y qué no quiero, sé que la vida nunca será rosa y olerá bien, sé que todo cambia en un instante y sé que quiero parir y criar a mi criatura que no llega. El hecho de recordar áquel episodio hace que mi yo racional, traicionero y patriarcal me flagele con los “ y sí..” y entonces me vengo abajo: ¿Qué pasa con las que nos decidimos tarde? ¿Es tan tarde? Siento que los ovarios se me encojen del encabronamiento y que quizás todo pase y se quede en un recuerdo de deseo con el que aprendí a convivir.
Escrito por Lola O'keeffe en el blog de la Comunidad, Soy1Soy4.
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