‘Sin píldora no hay mambo’
le dijo un tipo a mi amiga. La cara de ella… te la puedes imaginar: un poema. Un poema plagado de silencios, porque se quedó muda. Y es que a veces pasa eso, que nos quedamos mudas, y las palabras brotan cuando la persona en cuestión ya no está delante.
Y si me pega algo, ¿qué?
me decía enfadada. ‘¿Qué se pensaba, que no se iba a poner condón? Que yo no sé nada del historial de este muchacho. Y que, además, no me da la gana de envenenarme por él. Que yo no vuelvo a la píldora, que no.’
La mayoría de las elecciones anticonceptivas son tomadas por ellos.
Una buena amiga comadrona me contaba historias para no dormir. Con más de 40 años en la profesión (pública y privada) veía cómo, tanto las mujeres con menos recursos como las que lo tenían ‘todo’, tomaban elecciones anticonceptivas en base a las apetencias de sus parejas hombre (en cuanto a protección de ITS en lesbianas y prácticas no falocéntricas, la sanidad anda muy muy perdida). Ella, que fue muy rebelde para su época (madre simbólica nuestra creadora de grupos de autoconocimiento y planificación anticonceptiva), no daba crédito a que aún esto siguiera ocurriendo en mujeres de todas las edades: desde el hombre que va a consulta con su mujer y habla por ella, a chicas de 17 años que la piden porque ‘ya vamos más en serio y no le gusta el condón’.
‘Ahora le dices a un tío que no te tomas la píldora,
y es que no te toca ni con un palo’ escuché decir a Pepa Rus en un monólogo de El Club de la Comedia. Y es que los monólogos son realidades condensadas. Es verdad, el problema para él es tener un problema que llore y precise de pensión alimentaria. ¿El resto? ‘bah, el resto ya está superado’ Y hoy no me voy a poner con las ITS o el VIH (que es demasiado serio para ocupar pocas líneas) sino con el hecho de alterar nuestro cuerpo y ciclo menstrual con químicos que sí generan efectos secundarios y que, en no pocas ocasiones, son peligrosos a corto, medio y sobretodo largo plazo, solo porque él lo pida.
Tu cuerpo, tus normas.
Tomar anticonceptivos químicos necesita de una elección informada. Jamás diré si son ‘buenos o malos’ porque cada mujer, en cada momento de su vida, vive situaciones concretas que precisan la solución adecuada para ese momento. Lo que sí voy a decir, es lo mismo que dice Lara Briden: no tengo nada en contra de la que los toma (faltaría, ¿quién soy yo para juzgar a una mujer?) lo que tengo es en contra de los médicos que la prescriben sin explicar lo que supone perder la ovulación durante años así como los efectos secundarios que comporta esta pérdida, y contra sectores de la ciencia que no invierten en investigaciones sobre nuestro ciclo ni en medios anticonceptivos respetuosos con nuestro cuerpo. Porque ovular no es accesorio, nuestras hormonas no son bombillas que se apagan o encienden. Toda nuestra química es necesaria mas allá de las funciones reproductivas. Inhibir nuestra química supone una castración química. Así como nadie duda de que ellos necesiten su testosterona para ‘algo más que tener niños’, nosotras necesitamos nuestra progesterona (solo aparece si ovulamos) y nuestro estradiol para estar sanas física, mental y emocionalmente.
La clave es que cada una de nosotras elijamos con toda la información en la mano (que tenemos que salir a buscar, porque no nos la suelen dar). No podemos llamarnos liberadas (si es que alguna quiere hacerlo) por hacer de su cuerpo lo que él decide. En los temas anticonceptivos se ha de hablar mucho-mucho, poner sobre la balanza qué precio vas a pagar tú (por descontado que pagar la cajita ha de ir a medias, pero no sólo eso, sino el precio que pagas tú en tus carnes morenas) y si quieres- o no- pagarlo.
Confiar 100% en tu gine o en tu chico, no da buenos resultados.
Lo siento, pero esto es el mundo real. Lo otro: ficciones que terminan mal para nosotras. Para temas tan importantes como tu salud y bienestar, tú has de ser tu mayor fuente de confianza. Sé que nos han enseñado a desconfiar de nosotras, a pensar que: los médicos son los que saben de nuestra salud y nuestra pareja es la que sabe de nuestro cuerpo. Pero nanai, esto no es verdad.
Las decisiones sobre ti, sobre tu cuerpo, son sagradas. No sé si crees en Algo, pero comienza a creer en ti por encima del resto. Esto te evitará grandes y graves problemas en un futuro. En el calentón del momento, no se toman las buenas decisiones. En la timidez y sumisión de la relación médico-paciente, tampoco se decide (se acaba acatando). Tómate tu espacio y tu tiempo para buscar información (puedes empezar por aquí y seguir por aquí y/o leer este pedazo de libro) plantea a tu compañero de juegos las opciones que deseas y a por ello. Habla mucho, deja todo bien clarito y pon tu salud y placer por delante. Por cierto, es un buen momento para descubrir que el sexo no es sólo penetración (sí, no es fantasía, es real, hay un mundo más allá del mete-saca)
Y ¿si no quiere? Y ¿si me da largas? Y ¿si se enfada?
Entonces es una gran ocasión para ver que esta persona no te conviene en absoluto. El amor no es pedir a la otra persona que tome decisiones que le hagan daño o violenten. Si ahora es con esto, en unos meses será con otra cosa y en años acabarás viviendo con un tipo que, desde el primer día te demostró que tu cuerpo, tu salud y tu placer le importaban cero. Mejor ahora que no más tarde.
El sexo es un juego en el que el contrincante gana si tú ganas. En estos tiempos del follar por follar (ay, los tiempos modernos 😂) diré que más vale paja en mano que palomos cojos tóxicos, que no dan alegrías, sino lágrimas para hoy y también para mañana.
Dos viernes de cada mes me tendrás en tu buzón lista para acompañarte en la aventuraza de conocer tu cuerpo ¿Te vienes?
Siempre ha sido y será gratis-gratis
Y si no puedes esperar más para destripar las historias para no dormir que nos contaron sobre nuestra menstruación, hazte con el libro Yo Menstrúo. Un Manifiesto.