Hablo en abstracto, pero yo misma me comprendo. Y es desde mi centro desde donde encuentro mi seguridad, mi potencia,… y también mis límites. Las historias ya me las conozco: son mi propia vida. Una vida pasada que me genera separatividad con el entorno, como lo hace mi inconformismo y un lifestyle basado en mi autocuidado, que con buen gusto y disfrute realizo día tras día*.
Los temas sobre el los que versa este manifiesto a la quietud y la calma que quiero alargar ahora, son comenzar a relacionarse afectivamente desde la autenticidad y la necesidad de empezar un nuevo ciclo vital siendo leal a mí misma. Así que allá voy. Ésta es la BSO
Résumé: quiero conocer (acercarme) a personas de mi entorno (próximo), pero me encuentro en una compleja circunstancia interior, que se condensa en las palabras kuebiko y exulansis.
Kuebiko es el estado de agotamiento inspirado por los actos de violencia sin sentido.
Exulansis es la tendencia a renunciar hablar de una experiencia porque la gente es incapaz de entenderla.
Mi situación vital ha sido muy crítica, y no fui consciente de ello hasta que me lo dijo mi psicóloga hace dos años, a mis 22: para mí reaccionar con terror me genera una sensación de fracaso personal. Yo: que he trabajado 4 años en la industria del sexo (de los 19 a los 23), y temo que me arrebaten la vida hasta el punto de evitar cualquier palabra con quien me gusta. Mi capacidad reflexiva y crítica, y mi ímpetu de pasar a la acción, me han hecho llegar hacia la salud de oro que tengo: y lidio con esto, con esta evitación. Yo: que expreso mi opinión empleando el criterio que siento desde las vísceras y con la armadura de mi fortaleza de Justicia, y que esto me ha llevado a romper con escuelas de entreno, de espiritualidad y mismo de Sexología (por misóginas y homófobas, sobretodo). Temo que me roben la vida, o perderme en ella. Yo: que pensé que centrarme en mi alimentación, canalizar mi rabia a través del ejercicio (el workout diario me hace sentirme plena desde principios de mi adolescencia), no beber, ni haber fumado ni consumido drogas nunca, y que sólo leo,… que esto que es mi vida merecía al menos no tener esta barrera. Hago todo esto sin metas, porque me gusta, pero por lo menos quería no tener esta soledad tan grande adentro. Vivo con terror al afecto, y a cualquier síntoma de enamoramiento; y tengo fantasías sinceras de querer compartir momentos de intimidad emocional que sé que necesito: confianza, seguridad, cariño, comprensión (siempre pensé que buscaba los propios, pero ya no es eso). Yo: que llevo años cincelando mi propio criterio de género, resulta que vivo con miedo. Y que el miedo no es sexual: que pensé que era lo lógico. No: yo vivo con miedo a que me secuestren el cerebro y me lo destrocen hasta renunciar a mi autocuidado.
Hoy me cago en todos los que dicen que el miedo es una oportunidad: sé lo que es vivir con miedo día tras día, que se niegue en entornos agresivos la violencia que yo he recibido y se me trate desde el paternalismo. Sé lo que es hacer cosas que ni haría en cualquier otra circunstancia para enfrentarme a lo que creía que eran miedos. Sé lo que es vivir siendo tu propia madre sin tu madre, con tu madre hecha jirones; enfrentarse a estigmas que muchas personas ni han cruzado. He aprendido a sobrevivir, y ahora tengo cicatrices de pavor en mi cerebro. Simplemente estoy cansada por dentro, muy cansada, cansada de todxs los que hablan teniendo muchas menos herramientas y autoconsciencia que lo que yo he tenido que trabajar tan sólo para sostenerme psicológicamente; y sin las más mínimas ganas de hablar de aquello que jamás será sostenido. Porque yo no necesito que se me comprenda, ni que se me pida que cuente mi vida: sino que se tenga la honradez y la humildad para estar a mi lado, sin nada que decir, sin juzgar, sin soluciones, … con la consciencia y esa carencia de ego que supone saber que realmente sólo cada cual conoce sus propias experiencias desde adentro.
Llevo años cultivando soluciones con mi ritual diario de autocuidado, mis estudios y autoconociento, y ha remitido todo lo que me explotó por pura desesperación (y he evitado que nazca aquello que pudo desencadenarse de ella), y de forma natural y sin ni un sólo fármaco he transitado mi propio infierno: he sobrevivido, soy libre, siento Paz. Y no quiero nada más: no quiero recordar nada en absoluto, ni dar explicaciones. Las anécdotas ya las saboreo yo desde mi interior: lo que he aprendido a base de sobrevivir, cuestionar e indagar con el cuerpo es algo que tan sólo yo disfruto.
Las personas son crueles e ignorantes cuando se trata de límites: tengo pánico (ni se nota por fuera, porque aprendí a fingir mi temor), y no me gusta el sistema ni el mito del amor romántico, y una cuestión no excluye la otra. Pero hay algo que también hay que tener en cuenta: la sociedad no suele ser respetuosa ni con ciertos estilos de vida ni menos aún están basados en el autocuidado; está sólo centrada en el éxito, y si te cuidas es para que te alaben, y no porque te sientes bien y te genera bienestar integral. Mejor quéjate en las redes sociales, engánchate a la TV y quédate atascada en lo que los demás digan. Yo no hago eso: y pensé que al menos me merecía no tener un muro tan grande entre el mundo y yo misma.
Así que tengo un miedo agrandado a algo particular de algo que socialmente existe: y mi psicóloga no me entiende. Que no: y que lo que me pasa además es que me suelo aburrir, porque llego muy rápido a la raíz y a las conclusiones, porque lo que yo sé es reparar, mantener conversaciones profundas y ser leal a mi deporte. No: no encajo con el sistema que no me respeta y encima vivo con miedo. Y ahora además me siento culpable por quejarme: porque no sé qué hacer, y tampoco sé qué hacer con mi psicóloga. Que es muy buena: pero que no me entiende. Me ha ayudado, pero parece divorciada de su cuerpo. Y yo he creado mi autocuidado desde mi cuerpo, y todo esto es un esfuerzo y requiere un valor (sobrevivir y rehacerse) que no se paga y con el que no te dan títulos. Como le decía el otro día a una amiga: cuando más auténtica soy, mejor me encuentro conmigo misma y más sola me siento para con el mundo.
Yo, que he trabajado en la noche, sé mejor que nadie por qué la gente acude al alcohol, a las drogas y al mal llamado sexo de pago, o mismo al shopping: porque teme sus vulnerabilidades y prefiere vivir disociadx de sus emociones. Yo no puedo y no quiero, y además nunca he mantenido esas conductas por serme fiel a mí misma y no sentirme avergonzada hacia mi persona. Pero hacer esto cuando encima ha sido cansadísimo atraversarme sola, siempre sola, después de haber cargado años con la enfermedad mental ajena y la violencia… es más que suficiente: que otras persona lloriqueen sin cesar, que comporten como si para mí fuese fácil. Como cuando los clientes van a quejarse de sus tonterías a una chica de trata.
No. No sé cómo relacionarme si no es desde la vulnerabilidad. Vivo entre detalles relacionados con la autolealtad presente tras presente: sentada tras sentada, entreno tras entreno, comida tras comida, escribir en mi diario cada día, mis lecturas. Lo simple que viene de lo excesivamente complejo. Y cuando hablo o pienso en hablar con alguien que me gusta lo único que me apetece decir es: “hola, tengo 24 años, soy compleja, densa y recta en mis costumbres de autocuidado, y no quiero dar explicaciones, no quiero cambiar nada, sólo que me cuiden”. No sé hacerlo de otra manera. Y temo profundamente equivocarme y terminar otra vez con personalidades psicopáticas a mi alrededor, literalmente.
Sin embargo, estoy cansada de estar sola para todo, de haberlo estado toda mi vida, aguantando crueldad y destrozo ajeno sin reconocer el propio, además de una incomprensión por parte de personas normativas y otras tantas que van de antinormativas pero parecen estar muertas por dentro. Que mucho cuestionar el estado de la nación, pero luego no respetan la sencillez de las bases de mi vida. Personas que filosofan pero que no saben nada de aquello que loan por supuestamente transgresor. Personas que gritan y dan vueltas rocambolescas a sus discursos pero que no se paran a escuchar a cómo otrxs viven, honesta, humilde y emocionalmente, sus tránsitos y sus dificultades
Y lo peor es que de repente me he dado cuenta de lo cansada que me tiene el adultismo, que otra persona venga y te diga que a mi edad qué se yo que hacía que ni me importa o, peor aún, que me viene a pedir a mí consejo, como si sobreviviese para salvarle la vida a otras personas. Más grave todavía: tomar consciencia de que toda la violencia recibida y la ignorancia y falta de tacto que he recibido ha sido por parte de gente que me saca muchísima más edad pero que se cree con derecho a machacar a otras personas, a maltratarlas, a violarlas… o a justificar todo este sistema irrespetuoso.
No: no quiero que me digan que yo soy muy inteligente y muy madura, que soy muy fuerte, porque sé que lo hacen excluyéndome de la línea de la relación horizontal sana. A mí nadie me enseñó a cuidarme: lo he aprendido yo sola. Y parece que para socializarme tengo que sacrificar o mi historia o mi ritual, o aburrirme, o aguantar que me digan que me admiran por mis esfuerzos, pero que ellxs jamás podrían tener este estilo de vida y ponerse a leer y a aprender por su cuenta. Tengo el estilo de vida que me hace sentirme bien, y para mí es autolesivo dejar de hacerlo. Una vez más, y siempre: como cuando tenía tres años, y me dijeron que no podía nadar en la piscina de adultos porque tenía manguitos (esa excusa me pusieron), y yo me los quité y fui a lo que me generaba paz. Aprendí a bucear y encontrar paz, así es el deporte, en la meditación y en el silencio. Nado sola: y espero encontrar con quien compartir mi camino. Pero, como entonces, no hay nadie. La soledad nace como un manantial siliente de mi útero.
Ser adulta como destino de vida es un mito que se me ha hecho pedazos: vivo siendo una señora joven, y quiero vivir mi edad pero no puedo hacer como si tuviera otro background tras de mí.
En fin, me he ido por las ramas. Me suele ocurrir cuando alcanzo el núcleo de la impotencia.
Como un cajón de sastre resiliente y caótico, me siento sencilla, ordenada y he vomitado todo lo desastroso
Con todo, os resumo el estado de mi mente en un mantra que me ha surgido adentro meditando, y que me genera una enorme autocompasión: life is not about doing my best, but doing the best to me.
Pic The Sad Ghost Club
Texto original de Misolina para Soy1Soy4: La Comunidad. La autora aclara que las herramientas de autocuidado que emplea son las que son buenas para ella: "Nunca machaco a nadie con mi estilo de vida: sólo quiero compartirlo con personas afines a él"
En la Comunidad nos cuidamos, nos lamemos las heridas y nos hacemos fuertes. En unas semanas saldrán plazas para, por fin, mudarte a un espacio donde ser tú sin conservantes ni colorantes.