Aquí tienes la publicación final: El cuerpo de mujer: sensualidad sí, menstruación no sobre la fotografía de Rupi Kaur y lo ocurrido con su Instagram
Ahora la entrevista al completo hecha por Itxaso Marín, periodista de Público:
1.¿Por qué la menstruación sigue siendo un tema tabú?
¿A qué huelen las nubes? Ambas preguntas son igual de incontestables. El porqué no es uno sólo, el porqué reside en los cuerpos de todas y cada una de las mujeres y los hombres. La menstruación es un proceso fisiológico propio de las mujeres y a la vez es algo más, ese “algo más” es lo que representa en nuestras culturas y por tanto en nuestras mentes y cuerpos. Es algo creado desde el cuerpo que no menstrúa, transmitido y mantenido, por tanto, por los cuerpos que menstrúan y los que no (si hablamos desde el género diremos, hombres y mujeres). Señalo que es un proceso femenino porque esto está íntimamente entrelazado a ese “algo más”, al simbólico. Y es que el cuerpo femenino unido al género de mujer ha sido mostrado, definido y explicado, en nuestra cultura, desde el cuerpo masculino.
Nuestra religión (judeo-cristiana), la clínica y la farmacopornografía son los entes que escriben los cuerpos y sobre los cuerpos. Un cuerpo femenino tiene equis tamaño y equis funciones. Algunas de ellas son púdicas y otras no. La menstruación y lo que llamamos tabú (que en realidad al decir tabú queremos decir simbólico) es una historia repetida hasta la saciedad que ha dejado su huella en nuestro cuerpo. De hecho nuestra menstruación de manera fisiológica se ve directamente afectada por la manera en la que la hemos aprendido e integrado.
Si hablas con cualquier persona “moderna” te dirá que la menstruación es algo normal, ahora bien, a la hora de imaginarse a sí misma pasear por la calle con los pantalones marcados con sangre, muchas ya rechinan los dientes. Como en todo, una cosa es lo que decimos de manera intelectual y otra lo que corporalmente sentimos. Aquí está el tabú de la menstruación, marcado en nuestros pelos de punta al imaginar tales escenas.
El tabú de la menstruación sigue en activo porque negamos el simbólico de éste. Seguimos repitiéndonos que “es algo normal” cuando en la realidad de nuestros cuerpos, no lo sentimos así. Hemos dado el salto a la normalización evitando enseñar las heridas, hemos guardado la mierda debajo de la alfombra, nos hemos saltado el proceso de visibilización y recuperación del propio proceso menstrual. La menstruación no está explicada ni representada por las mujeres. Aún sigue siendo materia de estudio de la Ciencia. Nosotras menstruamos pero seguimos desterradas de nuestros cuerpos, de poder nombrarnos, de poder experimentarnos y de poder generar conocimiento propio para todas.
Es básico para que sea “un proceso normal” reconocer su extrañeza, su ajenidad. Hemos de cambiar el simbólico, hacer boquetes en el simbólico que hemos aprehendido y crear brechas para respirar y crear algo propio. El arte es indispensable para este cometido.
2. ¿Qué consecuencias tiene la eliminación de este tipo de imágenes?
Las que estamos viendo: convulsión socio-mediática. Esto es tremendamente genial. Esto señala que la brecha entre lo que nos contaron y lo que sentimos es marcada e insoportable. Ya no hay silencio, ya no se guarda en esa intimidad, que no deja de ser un cajón de las vergüenzas donde han de ir “las cosas de chicas”. Porque, qué casualidad, que la vida y obra de las mujeres siempre tenga que verse envuelta en esa mordaza dorada llamada intimidad.
Internet es una ventana al mundo, una ventana a la habitación de una mujer que menstrúa y lo visibiliza. Da la posibilidad de levantar la alfombra y sacudir la mierda que yace bajo ésta. Cuando una empresa como Instagram elimina una fotografía que muestra la cotidianidad de una mujer en la que se expone, no para gustar al otro (como ocurre con las fotos típicas de las mujeres, en las que ella es un objeto para ser admirado) sino para mostrarse como sujeto en una situación en la que se presupone no va a agradar a la vista masculina, las mujeres se movilizan y dejan de callarse.
Instagram no ha hecho nada bueno ni malo, ha actuado como actúan todas las personas que niegan el valor de lo simbólico. Sin poder dar buenos argumentos ha censurado una imagen que en el grueso social es censurable día a día. Si no ¿de qué el color azul de los anuncios de compresas? Instagram, en este caso, ha evidenciado ese “algo más” de la menstruación. Ese punto que chirría y no nos permite ver el cuerpo femenino y sus procesos como un cuerpo más (el cuerpo masculino es la base sobre la que se mide la normalidad-anormalidad de los cuerpos). Y es que es cierto, nuestros cuerpos y nuestros procesos corporales no son un cuerpo más. De nuevo tratar de pasar de la desprestigiación del cuerpo femenino a la normalización sin atravesar la visibilización y el reconocimiento de esa herida real y simbólica, nos deja en el mismo lugar del que partíamos.
A día de hoy las consecuencias de eliminar este tipo de imágenes es la denuncia. Y esto sí que es un avance. Ya hay mujeres visibilizando y ya hay mujeres queriendo ver, rompiendo el papel de estraza que llamamos intimidad. Como se ha visto, lo que se consigue eliminando es que se viralice, que hoy estemos aquí hablando de esto y que cada vez hablemos más.
3. ¿Cómo podemos reconocer la cosificación sexual en las mujeres?
Sencillo. En este caso se ha visto a la perfección. La autora se sacó una foto en una posición en la que no trataba de gustar. Una mujer menstruando en su cama no es una imagen “sexy”, no busca ser mirada por el Otro. Ella fue protagonista, sujeto y objeto de si misma y su propósito de visibilizar la menstruación. Todas nosotras hemos sido criadas para gustar. En este gustar al otro hemos podido encontrar la tabla de la salvación o la condena a los infiernos. La cosa es que nosotras somos definidas como cuerpos a los que mirar, definir, delimitar. A día de hoy, nos miramos a través de los ojos del Otro. Es revolucionario el trabajo de mujeres que se fotografían para ellas, porque muestran otra pupila, otra manera de mirarse, ofrecen otros ojos. Esto no sólo nos alivia y refresca a las demás, sino que nos ofrece otras posibilidades de habitar nuestro cuerpo.
4. A menudo la publicidad utiliza a mujeres, concretamente su cuerpo, como gancho para que el público adquiera ese producto. ¿Qué mensaje se transmite? ¿Realmente es más ofensivo algo natural como una mujer menstruando?
Lo que llamamos natural no es lo que queremos ver en la pantalla. La publicidad muestra lo que las personas desean ser. Sigue siendo un medio aspiracional. La publicidad es ficción como lo son las películas.
El cambio no va a comenzar por la publicidad, esperar que la publicidad cambie sin que cambiemos nosotras y ellos, es, a mi parecer, omisión de la responsabilidad. A día de hoy no hay ninguna mujer que se crea lo de la sangre azul de los anuncios. La cosa es que las ventas de compresas vaya cayendo en contraposición, a las ventas de la copa menstrual (por ejemplo). Un cambio de hábitos llevará a que la publicidad cambie y muestre nuevas aspiraciones. Ahora aspiramos a cierta “naturalidad”, así que la publicidad llegará a mostrarlo de manera que nos sintamos representadas y queramos comprar sus productos. Pero repito, no fue la publicidad el mal que nos hizo invisibilizar nuestra sangre o creer que nuestra sangre menstrual apestaba, esto ya estaba en nuestras casas, nuestros colegios, nuestros puestos de trabajos y sobretodo, en cómo aprendimos a ser el cuerpo que somos. La publicidad de nuevo transmite lo que vivimos y no queremos o no podemos verbalizar. Señala ese “algo más” en torno a la menstruación que nos hace sentir incómodas, sucias y ajenas en nuestro propio cuerpo.
5. ¿Qué crees que la sociedad entiende/espera del cuerpo de una mujer?
El cuerpo de una mujer es un cúmulo de representaciones, aspiraciones y deseos de los otros sobre una misma. No podría darte jamás una respuesta concreta porque sobre nuestros cuerpos hay demasiadas demandas, todas ellas cada día mas confusas con esta invención moderna de lo “políticamente correcto”. Antes se sabía bien lo que era una mujer, era la Otra, la que sabía estar detrás y al lado de, la madre y la esposa. Ahora se mantiene esta cantinela de fondo pero sin que nadie pueda señalarlo porque sería políticamente incorrecto. Ahora el cuerpo de mujer queda definido por otros márgenes que parecen más amplios pero que no dejan de ser márgenes, líneas, cortes definidos y hechos fuera de nuestro cuerpo. Seguimos siendo delimitadas por un imaginario ajeno a nuestro cuerpo, que lo teme, admira y envidia. Vamos, la misma Historia de siempre pero a 130 bpm. La sociedad, ese cúmulo amorfo al que nos gusta culpar porque parece que no lleva nuestra cara, no entiende ni sabe nada del cuerpo y menos del cuerpo de mujer. Así que lo que espera está alejado completamente de lo que realmente puede llegar a ser este cuerpo. Lo que la sociedad espera es lo que le dicen que tiene que esperar. Ahora bien, lo que cada mujer espera de su cuerpo se ve marcado por lo que la sociedad que, ni entiende ni sabe, espera. Es una espiral del error. Sí, la mujer es parte de esta sociedad que ignora y también es la que puede pararse, mirarse y buscar en su cuerpo la respuesta. En el suyo y en el de otras mujeres.
6. ¿Qué es para ti el cuerpo de una mujer?
Para mí es un cúmulo de dudas que quiero responder por mi misma, desde mi cuerpo, en compañía de otras. Es un puñado de mentiras que me he dejado de creer hace años a la vez que es el único lugar de este mundo en el que podré encontrar lo más cercano a la verdad. El cuerpo de una mujer es una posibilidad, una rosa en la zona cero.
7. La chica de la foto ha dicho que su objetivo es desmitificar y desestigmatizar los procesos “normales y regulares” del cuerpo femenino para no avergonzarse de ellos ni rechazarlos, ¿es una buena campaña?
Ella ha señalado la brecha entre lo “normal y regular” y lo que realmente se siente en torno a la menstruación. La visibilización siempre es una buena campaña. Tenemos miedo a lo desconocido, por ello es tan importante sacar del armario el proceso menstrual, eso sí, al paso y según el deseo de cada una. Que ya veo campañas para usurpar este acto de reapropiación del cuerpo femenino, obligándonos a fotografiar a todas nuestra menstruación. Esto sería igual de contraproducente que seguir manteniendo nuestra menstruación guardada en la intimidad de nuestras prístinas bragas.
Lo maravilloso de estos movimientos de apropiación de la menstruación y de orgullo menstrual (yo lo llamo así, cada cual elija su propia definición) es que no siguen estrategias ajenas al deseo de cada una. La vergüenza nos ha hecho y hace mucho daño, enfermamos de vergüenza, por vergüenza no pedimos ayuda pero a la vez esta vergüenza, a algunas, nos ha dado el coraje de mostrarnos tal y como somos. Esta desvergüenza es contagiosa y se pierde al ver que la vecina deja de tenerla. Es un virus imparable y necesario. Muy necesario.
8. La chica de la foto ha declarado que su fotografía estaría bien si sólo estuviera en ropa interior puesto que Instagram está lleno de imágenes con “mujeres pornificadas”, incluso menores de edad. ¿Por qué no se censuran estas imágenes? ¿Deberían censurarse? ¿Qué diferencia hay entre esas imágenes y una chica menstruando?
Como he respondido antes, una chica fotografiada desde el “gustar a” es aceptable socialmente porque es el enfoque que siempre hemos tenido. No ha habido otros y desde que todas tenemos cámaras en el bolsillo, estamos revolucionando la manera de mirarnos, de hacernos ver.
Sobre la censura, decir que no me gusta ser paternalista de ninguna manera. Cada mujer puede enseñarse como desee aunque su deseo (el de todas) venga definido y orientado por la cultura de la que es hija. De censurar prefiero censurar a las pupilas erectas que devoran.
Una chica menstruando no suele ser el objetivo de estas miradas, a no ser que sea desde un enfoque “sexy” (bajo la palabra sexy se esconde el ser objeto de miradas). Hay proyectos de mujeres en las que salen mujeres corrientes y comunes, como somos todas, hechas desde una mirada no erecta, no fálica, y dudo que fueran gustosamente aceptadas por estas empresas, ni por el público general. En sí no es lo que aparece en la foto, sino quién la hace, desde qué enfoque y cómo aparece.
Instagram, la publicidad y demás no dejan de ser el resultado de aquello que sentimos pero que nos negamos a ver de nosotras mismas (y ellos de sí mismos). Actúan de la manera en la que el grueso acepta actuar. Se censuró su fotografía porque socialmente se censura la menstruación. Se censuran pezones de mujer dando de mamar, porque esto es censurado cada día, en cada bar, en cada centro comercial. Son los altavoces de lo que nos aterra escuchar en cada una de nosotras (y ellos): tememos a nuestro cuerpo, lo desconocemos, lo repudiamos. Aunque sí, eso sí, intelectualmente sabemos que eso no debe ser así, “no es (políticamente) correcto” porque menstruar “es lo más natural”.
9. ¿Dónde está el límite en la divulgación de imágenes con mujeres como protagonistas?
No lo sé. Sólo sé que el límite lo tenemos que empezar a poner nosotras. Y para ello hemos de expandirlo y recortarlo a nuestro gusto y a nuestra medida. Hemos de probar, experimentar para conocer realmente, por nuestra propia experiencia, cuáles son los límites.
Los límites urgentes, para mí, están en la pupila erecta, repito. Lo censurable es la mirada que nos convierte en objetos, que no nos sabe ni quiere ver de otra manera.
Aquí hay mucho por hacer en materia de educación y de adiestramiento, porque hay situaciones en las que además de trabajar la empatía, hay que castigar, pues hay conductas que vulneran y violentan la libertad de acción de estos cuerpos que llamamos cuerpos de mujer.
10. Expón lo que creas oportuno añadir respecto a la eliminación de la imagen y/o al uso de la mujer y su cuerpo.
Me inclino por invitarnos a hacernos cuerpo, a captar imágenes de este proceso y a abandonar las imágenes en las que nuestro cuerpo es ajeno a nosotras. No hablo de censurar nada, sino de jugar, crear, destruir, aportar retales de nuestra intimidad para que cada una podamos tejernos en representaciones más tiernas con nosotras, más fuertes y más …nosotras. Si es que algún día podemos llegar a sabernos del todo nosotras. Lo que me ocurre a mí no es porque yo esté defectuosa, y esto sólo lo llego a saber cuando otra alza la voz y hace clic con su cámara y lo comparte. Una imagen nacida de nuestros ojos no sólo cambia el mundo sino que crea un mundo en el que nosotras, no sólo cabemos sino que respiramos, vivimos, soñamos y caminamos con nuestros propios pies. Nuestros. Propios. Pies.